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OVIEDO

Fecha de fundación 25 de marzo de 1906

Historia

La expansión del Carmelo Teresiano en España merecería un interesante análisis por parte de historiadores y sociólogos, si la ocasión fuera oportuna. Esa expansión ha tenido dos etapas muy distintas. La de 1568 desamparó amplios espacios nacionales vacíos, como el Principado de Asturias y los reinos de Galicia y de León, incluida Extremadura. La de 1868 trató tarde y con deficiencias de corregir la falta de cohesión. Aparte de la fundación de Padrón, perdida en 1835, no hubo presencia carmelitana en los espacios señalados hasta 1906, 25 de marzo, fecha en la que se constituyó en Oviedo una comunidad compuesta por tres religiosos de los que el Cronista alcanzó a conocer a dos: PP. Paulino de San José y Enrique de Santa María Magdalena de Pazzis. El primer superior fue el P. Gerardo del Sagrado Corazón.

 

La fundación, la realizaba la Provincia de San Joaquín de Navarra y la autorizaba, aparte de los dicasterios romanos, el señor obispo don Francisco Javier Baztán. Era entonces Oviedo la recogida y devota ciudad que Clarín llamaba Vetusta, de 50.000 habitantes y que cumplía los mil años de la pérdida, en beneficio de León, de la capitalidad y corte del reino cristiano. Como una de las condiciones de fundación era alzar convento en las afueras de la ciudad, los padres se dieron prisa en buscar terrenos y los hallaron a su gusto, arriba del Campo de San Francisco, en el llamado Campo de Maniobras, calle de Santa Susana 33, donde trazaron un convento al que se trasladaron de la casa alquilada en Martínez Marina 3, en noviembre de 1910. Y cosas que ocurren: allí sigue la comunidad carmelitana, colmando las ilusiones del día fundacional.

 

La instalación de la Orden en la capital del Princi-pado fue altamente beneficiosa para ambos: Orden y Principado. Se abrió un cauce vocacional, provocado por la presencia y noticia de los carmelitas descalzos, que atrajo a sujetos muy valiosos y meritorios: PP. Eufrasio y Eugenio, Alfredo, Pelayo y otros. La Diócesis asturiana halló en los carmelitas unos colaboradores generosos para la confirmación del Evangelio, la asistencia sacramental y el fomento de la devoción a nuestra Virgen del Carmen, arraigada antes que llegaran nuestros frailes entre la gente marinera de Asturias. Se debe resaltar el alto grado de comunicación efectiva y afectiva entre el pueblo ovetense y asturiano y los carmelitas descalzos.

 

Pero cien años de convivencia encierran mucho que contar: los fundadores construyeron un convento de contemplación y de acción. En 1921 ya inauguraron un devoto templo neogótico, que el tiempo declaró insuficiente. Al crearse la Provincia de San Juan de la Cruz, en 1927, Oviedo era una de las tres casas que la provincia madre consentía transferir a su hija mayorazga; esta convirtió el priorato en colegio teológico, ampliando la edificación.

 

En 1934 cayó la prueba de una feroz revolución sobre Asturias especialmente y sobre los carmelitas y su obra. Para entonces, España había elegido la vía republicana (1931) que se estrenó quemando iglesias y conventos. Fracasado el proyecto izquierdista por las elecciones de 1933, ganadas ampliamente por los partidos de signo contrario, la conjunción anarco-comunista-socialista preparó la Revolución, que fracasó en España, pero que hizo de Asturias un retablo de pasión y de crueldad. La ciudad de Oviedo fue ocupada por los revolucionarios, expertos y alegres manipuladores de la dinamita. La comunidad, compuesta por veintiséis religiosos que trataron de refugiarse en casas de buenos amigos, fue cazada y encerrada en el Instituto de Enseñanza Media cercano al convento. Como resultado de una Santa Visita, realizada por un observantísimo padre Definidor General, las cabezas de los estudiantes carmelitas fueron rapadas para marcar en ellas los venerables cerquillos. Infeliz providencia, pues los milicianos levantaban las boinas, prenda de muy frecuente uso entonces en la nación, de cuantos jóvenes tropezaban y al hallarles con cabeza monda y lironda, los conducían al mencionado centro en el que, para que llegaran antes al Cielo, pusieron bajo sus pies 2.000 kilos de dinamita.

 

No consintió el Señor tan delicadas intenciones. El ejército ya estaba en las puertas de Oviedo y los carceleros optaron por abandonar su puesto y oponerse a él, circunstancia que aprovecharon los presos carmelitas, sacerdotes y seglares, para abrir un boquete y escapar. El Instituto voló cuando saltó el último de los detenidos. En sus espíritus todos habían aceptado el martirio, aunque uno solo lo alcanzó: el Siervo de Dios P. Eufrasio del Niño Jesús, prior de la comunidad, hombre de singulares valores que al saltar la tapia del convento se estropeó una pierna. Trasladado al hospital, fue delatado por un enfermero al comité revolucionario, quien dispuso su ejecución inmediata. El excelente carmelita descalzo puso el grito de ¡Viva Cristo Rey! sobre el estruendo de los fusiles. Fue Beatificado el 19 de octubre de 2007.

 

Después de tan terrible susto y muerte del P. Eufrasio y a la vista de que la cosa pública podía empeorar, el colegio teológico reducido al mínimo fue trasladado al Burgo de Osma y así, cuando estalló el alzamiento militar del 18 de julio de 1936, en Oviedo, sólo había un padre carmelita, el prior de la tan disminuida comunidad, el Rdmo. P. Wenceslao del Santísimo Sacramento, muerto en 1968, siendo Prefecto Apostólico de nuestra Misión de San Miguel de Sucumbíos. El Cronista oyó del mismo P. Wenceslao la inacabable tortura del asedio al que fue sometida la heroica ciudad, la miseria que hubo que soportar, la terrible visión de los bombardeos y de la destrucción, incluidas la de nuestra iglesia y convento, en la línea de fuego. Oviedo resistió y dentro de ella no se extinguió la lucecilla del Carmelo.

Pasada la sangrienta tormenta (1939), se reconstruyó con paciencia lo destruido y las clases teológicas volvieron a repetirse. En septiembre de 1948, el colegio teológico fue desplazado a Burgos y en Oviedo se instaló el de Filosofía. Once años más tarde hubo un nuevo movimiento de estudiantes y profesores: el colegio filosófico es trasladado al Burgo de Osma y en Oviedo se experimenta el llamado curso de pastoral, concentrando a los padres jóvenes, recién ordenados en las provincias religiosas de Burgos, Navarra y Andalucía. Se aprovechaba así la capacidad del convento ovetense y la intensa vida apostólica que realizaban los conventuales de Oviedo en el confesionario, púlpitos de toda Asturias, catequesis, comunidades religiosas femeninas, asistencia a los enfermos, juventud del Camelo, etc.

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(34) 98 523 60 69 (Parroquia)
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