Mujer ganada por el Evangelio, enamorada de Jesús, al servicio de la Iglesia por mil caminos, misionera también en ISAMIS, colaboradora durante años en la parroquia del Carmen de La Paz, recientemente realizó sus promesas definitivas en el Carmelo Seglar. Donde ella estaba había vida, entusiasmo, alegría, mucho Dios, y mucha ternura de esa que derrama a raudales la Madre del Carmelo. Un infarto la ha llevado junto a Dios, en un momento de plenitud. Todo el Carmelo Boliviano la acompaña en este camino hacia el abrazo del Padre; los y las carmelitas seglares de la Provincia despiden a una gran carmelita. En ella perdemos o mejor ganamos, por aquello del grano de trigo que muere para dar fruto, a una hermana entrañable que seguirá desde el cielo alentando a su querido Carmelo.
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