A los hermanos y hermanas de la Provincia. Ayer llegué a Florida. Ya tenía ganas de ver a los hermanos de la comunidad, en especial al P. Benito. Lo encontré muy mejorado y, lo que es importante, muy animado. Ha vivido en esta última temporada momentos delicados, pero lo ha hecho con una actitud teologal admirable. También de esta manera ha sido de gran ayuda para los novicios en su camino vocacional. El Señor le ha hecho sentir su caricia en medio de la prueba. !Gloria al Señor! En estos días entrega las cuentas, siempre escasas, de la Delegación al P. Oscar, nuevo ecónomo de la Delegación de Uruguay y Paraguay; precisamente en este momento acude al banco para hacer el traspaso de bienes al P. Oscar. Los cinco novicios están muy animados para consagrarse al Señor en el Carmelo: dos son de Bolivia, Rolfi y David, uno de Chile, Wilian, dos de Paraguay, Rodolfo y Ricardo. Al P. Carlos lo he visto muy centrado y contento en su nuevo servicio como maestro de novicios. Con la generosidad que en él es habitual, y animado por Chiguitunga, está dando todo al Señor y a los hermanos. Sigue recordando con inmenso cariño y agradecimiento a los hermanos enfermos de Burgos con los que ha compartido el último año. En estos próximos día se incorporará a la comunidad el P. Favio, que ha sido destinado a esta comunidad del noviciado. El hermano Nleson va destinado a la comunidad de Tupa Roga. Muy cerquita de aquí, las hermanas carmelitas siguen creciendo en todo: en número, en santidad, en alegría. Desde Florida nos unimos a toda la Provincia: a los hermanos de ISAMIS ante la Visita Apostólica, al P. Alberto en su enfermedad, a los hermanos de Guayaquil en su camino hacia la Fuente de la Luz, a los hermanos de Gijón en su creatividad a la creatividad, a los hermanos de Ecuador en sus ejercicios espirituales con el P. Milton para que estrenen junto a la Santa Madre la vida que no tiene fin. Desde Florida nos unimos a todos los hermanos y hermanas de la Provincia, con sus luces y sombras, con sus dolores y gozos, para hacer un camino común hacia la Navidad, donde nuestros ojos verán al Señor de la Gloria. Un abrazo entrañable: Pedro, provincial.