Día 6, martes. Un día para la escucha y el diálogo, que son los nombres de la fraternidad. La palabra de N. P. General, a la que siguió, formando un coro, la de los ocho definidores y la de muhos hermanos del Definitorio, nos ofrecio una esperanzada radiografía de la Orden, nos dio motivos para la alabanza. Realidades vocacionales, desafios de esta hora, dolores y gozos hermanados, debilidades y fortalezas, señales de vida y de muerte, llamadas reiteradas a la fidelidad a Cristo, belleza y actualidad del carisma teresiano, fortaleza de la comunión. El carisma se dice y se vive en muchas lenguas y culturas, pero una misma música nos recorre a todos por dentro. No quiero ahora contaros todos los acentos escuchados, que han sido muchos; eso lo dejamos para más adelante. Pero sí quiero deciros que se escuchó, fuerte y alegre, la voz del Carmelo en África, gracias entre otros a los hermanos africanos y al P. Felipe con su aporte siempre alentador y que se recordó la experiencia pascual vivida por la Orden, presente en nuestros hermanos misioneros, en el querido Sucumbíos. N. P. General terminaba la jornada invitándonos a concretar tanta riqueza escuchada en propuestas para toda la Orden. En eso estamos. Esta será la tarea para el día de hoy, día 7. Por de pronto, en la homilía de esta mañana, el P. Agustí, provincial de Cataluña, recordando a san José, nos ha invitado a la confianza y a la esperanza, porque Cristo siempre está con nosotros. Desde Ariccia, justo encima del lago Albano, cerquita de Castelgandolfo, los hermanos reunidos en esta asamblea, especialmente los hermanos provinciales de la Ibérica y los hermanos de América Latina, os recordamos y os damos el abrazo en señal de comunión.