"El fallecido obispo de
Sucumbíos siempre fue puente, nunca fue muro"
Anastasio Gallego, 03 de octubre de
2016 a las 19:45
Puedo
dar testimonio de que esta iglesia está viva. Que festejaba por adelantado el
cumpleaños 83 del que fuera su obispo y animaba al actual a caminar juntos
(Anastasio Gallego).- Así era el título del
folletito-guía de la celebración eucarística, homenaje a monseñor Gonzalo López Marañón, obispo emérito de Sucumbíos
(Ecuador) el domingo 2 de octubre. Fue una jornada memorable. En medio de un
redondel de una avenida que conduce al puente sobre el rio Aguarico, que
comunica con otra provincia. Como el dia amazónico amenazaba lluvia o un sol
abrasador se armaron 8 enormes carpas para acoger a
más de mil personas.
Iba a ser un acto de
unas dos horas o tres. Todo terminaría con la celebración de la eucaristía.
¿El motivo? Eran
muchos:
1.- El reconocimiento que la Asamblea Nacional (Parlamento) había hecho con
motivo de la muerte de Gonzalo, a quien años atrás había condecorado cuando el
Vaticano le aceptó su renuncia y le dijo que estaba equivocado, quitó la Misión
a los Carmelitas Descalzos y se la encomendó a los Heraldos del Evangelio, para
luego de varios meses de sufrimiento, dar marcha atrás.
2.- La decisión del Gobierno nacional y
del presidente de la República, que delega en el ministro de Obras Públicas, de poner el nombre de Gonzalo al puente que une dos
provincias.
3.- El Acuerdo del Municipio de Lago Agrio, capital de la provincia de Sucumbíos, deponer el nombre de Gonzalo a la avenida que
conduce al puente de la población, las comunidades cristianas, la Federación de
Mujeres de Sucumbíos.
4. Comunicar a la población la
iniciativa de las organizaciones campesinas, indígenas y sociales, encabezadas
por la Asociación de Mujeres, para levantar en la plazoleta, situada entre la
avenida y el puente, el monumento a monseñor Gonzalo.
Todo lo había
gestionado un Comité en el que estaba toda la sociedad civil, hasta el obispo.
Fue un encuentro maravilloso. Mujeres, jóvenes,
ancianos, indígenas de diversas etnias, afrodescendientes, colonos,
trabajadores petroleros, autoridades, religiosas, sacerdotes, diáconos
permanentes, músicos...
Realmente la semilla del sembrador
había germinado y dado su fruto.
El obispo que salió de Sucumbíos y
terminó muriendo en Angola, miraba desde las gigantografías que se habían
hecho, cómo la iglesia de Sucumbíos estaba viva, bastante sanada de sus heridas
y rodeando a pastores como monseñor Celmo Lazari, hoy
obispo de Sucumbíos; monseñor Jesús Esteban Sádaba,
obispo capuchino del Vicariato vecino que acogió a los seis carmelitas que el
Vaticano sacó de la Misión; o monseñor Mario Ruiz,
arzobispo emérito de Portoviejo.
Otros obispos no
pudieron acudir, pero manifestaron su adhesión. Parece que los obispos
comienzan a volver a Sucumbíos siguiendo el ejemplo de sus hermanos que nunca
dejaron solo a monseñor Gonzalo.
Gonzalo, ¿luego de
muerto en Angola estaba sanando a la Iglesia de Sucumbíos?
La misa fue un canto a la comunidad y
de la comunidad. Y concluyó como siempre han concluido las celebraciones de
esta iglesia: una comida comunitaria en el mismo redondel, invitados por el
diácono que dio por terminada la misa luego de la bendición del obispo con una
extraña invitación: Sigan sentados. La misa ha
terminado y sigue la comida.
Salió el sembrador... asi se titulaba
el programa de monseñor Gonzalo López en la Radio Sucumbíos.
Y se quedó el sembrador cantaba la
comunidad esta mañana, al aire libre, en la bocana del puente, porque.... el obispo siempre fue puente, nunca un muro.
Puedo dar testimonio
de que esta iglesia está viva. Que festejaba por adelantado el cumpleaños 83
del que fuera su obispo y animaba al actual a caminar juntos.
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