viernes, 26 de abril de 2024

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LEÓN

Fecha de fundación 23 de mayo de 1952

Historia

Si tuviéramos intenciones de escribir Filosofía de la Historia, este convento sería una clave luminosa para entender la expansión de nuestra provincia por las tierras del viejo Reino leonés. San Lorenzo y su barrio existían desde los tiempos medievales y a las espaldas de la muy bella Catedral. Tan a las espaldas que cuando lo recibió la Orden, en 23 de mayo de 1952, ocho de la mañana, puntualiza el cronista conventual, la iglesia dedicada al diácono Lorenzo, mártir, era un templo feo y descuidado, en medio de un núcleo urbano olvidado de los munícipes leoneses, sin aceras ni asfaltos, de penosa fama y vergonzantes clandestinidades.

Desde su palacio, el señor obispo podía comprobar las varias pobrezas de San Lorenzo. Era a la sazón pastor de la diócesis legionense don Luis Almarcha, muy entregado a la labor sindical y sensible ante las quiebras sociales. Se puede creer que sentía el problema de San Lorenzo y que deseaba remediarlo. Don Luis poseía temperamento autoritario y una mente clara; creía en la eficacia del mando y entre sus curas se comentaba su rápido lanzamiento de báculo.

A don Luis le vino Dios a ver, como dicen en su diócesis, cuando comenzó a visitarle el tándem compuesto por Otilio y Aurelio o Aurelio y Otilio, los que movieron durante sus alternancias de gobierno (1939-1956) la expansión de la Provincia y su implantación en las planas Tierras de Campo. Respecto a lo primero, les acompañaba la razón entera, por cuanto resultaba intolerable la partición que se hizo en 1927 al crearse la Provincia de San Juan de la Cruz. No menos de once denuncias se presentaron en Roma en menos de 20 años, todas las cuales desfilaron en silencio al cesto de los papeles, poniendo en evidencia la falsedad del axioma que dice que quien calla otorga.

Como nada otorgaba la Provincia de San Joaquín por el Norte y el Este, las legítimas pretensiones expansionistas burgenses giraron a Poniente y por allí llegó el remedio. De la Provincia de San Elías, amplísima en espacio, fueron desgajadas las provincias civiles de La Coruña y de Lugo, más la diócesis de León, y se incorporaron a nuestra Provincia (8 de marzo de 1952). En los círculos de nuestros conventos se hablaba del pasillo de Palencia y los estrategas con cerquillo hablaban con tal fervor que recordaba el lío que se desató en Europa por el pasillo de Dantzig en 1939. El mismo P. Provincial escribió en su Boletín Oficial la necesidad de una nueva revisión. El P. Provincial era palentino, del alto Carrión.
Para estas fechas ya se habían colado nuestros religiosos en Benavente, la segunda población de la provincia civil de Zamora, con permiso de don Benjamín de Arriba Castro, obispo de Oviedo, diócesis que antaño poseyó amplios espacios de pan y vino en las orillas del Esla. Don Benjamín autorizó la fundación carmelitana en una hermosa finca, La Pavona dicha, diez hectáreas con agua, en las afueras de Benavente. Se pretendía construir un amplio colegio preparatorio para remediar las estrecheces e improvisaciones de Calahorra, que no era, además, de nuestra Provincia. El 23 de septiembre de 1950 se autorizó la fundación.

El P. Provincial se sentía feliz, según palpamos los que vivíamos cerca. Un gran colegio... Yendo y viniendo por las tierras limítrofes, los PP. Aurelio y Otilio visitaron Valderas, feudo en siglos pasados del Carmen Calzado. Un ilustre híbrido de carmelita y valderense, fr. Mateo Panduro y Villafañe, obispo de Popayán, siglo XVII, fundó y dotó un seminario que regentaba la diócesis de León. El seminario de Valderas quitaba el sueño con sus evidentes problemas a su Ilustrísima, doctor Almarcha, y comenzó a avivar los deseos de los carmelitas buscadores por allí de anchuras y solar para su imaginario colegio.

En las mentes del señor Obispo y del P. Provincial se fraguó entonces una magna operación jurídico-financiera que dejó contentos a los dos Ordinarios, pero sobre todo al Diocesano, que traspasó al Regular dos muertos atrasados, cobrando además los dineros que estipularon entre las partes y que arrojaban del escenario el proyecto de Benavente. Quienes más festejaron y aplaudieron a su Obispo fueron los sacerdotes profesores de Valderas y los administradores de las bastantes y buenas fincas y viñas que procedían del legado de fray Mateo, de la Orden de los Carmelitas de la Antigua Observancia.
El señor Obispo autorizaba la entrada de los Descalzos en su diócesis, pero éstos se instalarían en la iglesia desvencijada de San Lorenzo. Igual-mente aceptaba tratar la compra-venta del Seminario Menor diocesano de San Mateo de la Villa de Valderas, consintiendo el P. Otilio la continuidad de los seminaristas diocesanos aunque bajo la autoridad de un rector y profesores carmelitas descalzos. De la hacienda material seguía siendo dueña la diócesis y la biblioteca y archivo se trasladarían a León.

A partir del momento de la firma de tan entusiasta como poco meditado convenio por nuestra parte, las prescripciones canónicas funcionaron con rapidez, como si se pretendiera confirmar con hechos consumados lo acordado. En la Provincia de San Juan de la Cruz se hablaba y no se acababa de las venturas que nos aguardaban. Las juventudes afectadas, comenzando por los estudiantes que en esa primavera habíamos sido ordenados sacerdotes y que nos veíamos ya en la vorágine de la historia. El P. Provincial publicó en el Boletín de la Provincia (n° 10, p. 175 y ss.) un exaltado himno a la operación.

Como ha quedado escrito, el 23 de mayo de 1952 se tomó posesión de la pequeña y deficiente iglesia de San Lorenzo. Era cuanto había. Tanto como en Belén. Los fundadores de verdad, PP. Augusto Tajadura, Pedro Tomás Sáez y Hno. Arsenio Galerón, que se incorporó pronto, comían y pernoctaban en la Residencia sacerdotal. El 5 de julio de 1953 se colocó la primera piedra del futuro convento y cuatro meses después, «en un día quejumbroso de noviembre ceniciento» (domingo 8), los tres conventuales ya se metieron de noche en sus celdillas, en las que todavía no ajustaban ni las puertas ni las ventanas. La titular de la fundación era nuestra Madre del Carmen.

Con tesón y sacrificio, los padres conventuales, al modo teresiano, fueron enderezando las cosas y alcanzando el objetivo de convento e iglesia adecuados a los fines propuestos. Los carmelitas fue-ron reconocidos en la ciudad y aledaños como hombres de Dios, entregados al mejoramiento moral y espiritual de las gentes. Todo fue mejorando, incluido el barrio y parte de sus inquilinos. Desbordando los linderos conventuales, nuestros padres comenzaron a asistir a centros dispersos de la gran familia carmelitana: Carmelitas Descalzas de Grajal y León; Carmelitas Misioneras de León y Santa Lucía, Carmelitas Teresas, Carmelitas de la Caridad, Teresianas, etc. Los señores párrocos se habituaron a requerirlos para las Semanas Santas y fiestas patronales.
Donde más se apreció la acción fue en el mismo barrio de San Lorenzo. Cuando se dio por terminado el convento se planteó la construcción de la iglesia, pues la recibida de la poderosa mano episcopal se arruinaba a ojos vista y con peligro de devotos.

Tras muchas reflexiones y tanteos, el 19 de marzo de 1966, día de San José, se colocó la primera piedra. Exactamente un año después se inauguraba el templo. El milagro de tan inusitada rapidez lo hizo el Señor por medio de dos devotas y generosas hermanas, apellidadas Tagarro, que bien merecen el descanso de que gozan junto al presbiterio de nuestro templo, que es también suyo.

Por aquellas fechas, la comunidad y convento de San Lorenzo prestaban a la Provincia un importante servicio, derivado de la decisión del P. Provincial, José Ma Moliner, de trasladar a León la Curia de la Provincia. Había una razón pragmática y era la condición de centro geográfico que imponía León como capital. El hecho fue que durante cuatro trienios funcionó a satisfacción de todos, aunque con gran sacrificio para los conventuales, hasta que en 1975, el P. Miguel Angel Díez, recién elegido provincial devolvió a Burgos la capitalidad tradicional.
Tras años de servicio continuo y serio, la diócesis leonesa comprendió el significado de lo realizado por los carmelitas descalzos y quiso asociarlos canónicamente a ella erigiendo su iglesia en parroquial siendo su primer párroco el P. Julio Félix Barco. Un decenio había pasado para cambiar radicalmente el panorama. San Lorenzo ya no era un barrio silenciado; se había saneado en todos los aspectos y en medio de él brillaba la buena presencia del Carmen en su convento e iglesia, ahora con responsabilidades parroquiales, lo que aumentaba la atención de los padres y el respeto de los feligreses hacia ellos. Hubo una mutua dedicación y alguno de los nuestros mereció tanto en la apreciación que su nombre rotula una de las calles. Es el de el buenazo P. Severino Ibáñez, segundo párroco, fallecido en este convento.

Y la canción del servicio a la Iglesia y a la Orden continúa y se proyecta fuera de sus muros, pues los frailes no se niegan a cuantos les solicitan, incluso desde nuestro colegio de San Juan de la Cruz, desde las familias, desde el hambre y el paro y desde las misiones lejanas. Ahora los padres se han embarcado en la remodelación del convento, bajo la dirección del P. Alberto Pacho y el acompañamiento del joven veterano, P. Pedro Fernández.

 

 

 

COLEGIO S. JUAN DE LA CRUZ (1965)

Evocar la década de los años 60 es evocar una década de grandes tensiones y de profundos cambios. Basta el simple recuerdo de algunas frases o palabras, para que a uno le venga a la mente un torbellino de ideas, recuerdos y sensaciones, a veces muy encontrados. Es la época del Mayo del 68 de París, el Muro de Berlín, Vietnam, el Che Guevara, la Revolución Cultural China, el movimiento hippy, los Beatles, Luther King, el Vaticano II y tantos acontecimientos que han dejado su huella.

En España iba quedando atrás la guerra. Abríamos las puertas al turismo, comenzábamos la televisión y el Seiscientos le ganaba la carrera a la Vespa en las carreteras. Es la época de empuje y auge económico; la época de «el que vale, vale; y el que no, a Alemania». El españolito que quiera ver a Gilda es muy libre de marcharse a Francia; aquí tenemos El P. Damián, los toros y el R. Madrid. Se cumple la constante observada por los sociólogos del aumento de la natalidad después de las guerras.

Es la época también de un gran florecimiento de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. La Provincia Burgense de San Juan de la Cruz ya había cerrado el colegio preparatorio de ambiente monacal de Calahorra y se había trasladado a un edificio con grandes salas, altos techos y mucha luz, en el Seminario de Valderas. Todo iba viento en popa; hasta habían llegado a convivir bajo un mismo techo dos colegios, los dos internados, totalmente distintos y plenamente separados: el colegio preparatorio y el colegio de bachilleres.

Aquí es donde echa sus raíces el Colegio San Juan de la Cruz. En la primera página de la Crónica de este colegio, puño y letra del entonces P. Provincial, José María de la Cruz (Moliner), se lee lo siguiente: «Con el fin de separar el colegio preparatorio del colegio de bachilleres se pensó comprar un terreno en León, para hacer un edificio que albergara a estos últimos. Con ello se pensaba dejar en Valderas a los colegiales teresianos más libres y atendidos, y además la posibilidad de ampliar hasta seis años los estudios de humanidades.

El colegio de León sostendrá económicamente al de Valderas y con el tiempo habrá la posibilidad de construir un edificio junto al colegio en León y trasladar a los colegiales de Valderas. Se abrían, pues, varias soluciones para los diferentes problemas que tenía planteada la Provincia con el colegio preparatorio.

El mismo cronista sigue contando las gestiones que se hicieron para adquirir los terrenos en el barrio del Ejido, a las afueras de León, y para con-seguir los permisos necesarios del Obispo de la diócesis y del General de la Orden. Lo demás fue todo muy rápido. El día 19 de marzo de 1966 se inauguraba la iglesia de San Lorenzo, que los carmelitas descalzos tenemos en León, en el barrio que lleva el mismo nombre. Eran ya 14 los años los que los carmelitas llevaban trabajando en dicho barrio. Ese mismo día 19, y en una ceremonia carente de todo protocolo, se coloca la primera piedra del colegio. Los planos ya habían sido diseña-dos por el arquitecto D. Ramón Cañas (hijo) y ya estaba contratada la empresa Justo Fernández.

El 25 de agosto de ese mismo año 1966 un periodista del Diario de León queda «gratamente sorprendido al ver el edificio levantado como un ensueño de la noche a la mañana». A la pregunta sobre «la clase de enseñanza que instalarán en el edificio en una primera fase», le responde al periodista el P. Jaime de Jesús Crucificado con estas palabras: «La Enseñanza Primaria y Media en sus grados Elemental y Superior. Pero debo advertir que este curso, por exigencias de las obras, limitaremos nuestra actividad docente a la Enseñanza Primaria. El próximo curso comenzaremos con la Enseñanza Media».

El cronista del Colegio dice. «Empezaron las clases el 10 de octubre de 1966. O sea a los siete meses de haberse puesto la primera piedra, tiempo brevísimo, que no dejó de extrañar a muchos».

Desde entonces hasta hoy se han venido siguiendo los cursos. Los cursos que van y vienen. Es la historia; diría el poeta: «la historia es la misma, la misma siempre que pasa, desde una tierra a otra tierra, desde una raza a otra raza, como pasan esas tormentas de estío, de ésta a otra comarca».

«Comenzaron 87 chicos», dice la Crónica. En el presente año han estado matriculados 346 alumnos (chicos y chicas). Llegan juguetones, con la limpieza de sus tres años en los ojos, y cuando se van, a los 16 ó 17, con ese puñado de picardías con las que el sistema les ha equipado, algunos de ellos se sienten ya capaces de gobernar el mundo.

No duró mucho aquel sistema de Enseñanza Primaria y Enseñanza Media. La Ley Palasí se fue introduciendo con los niveles de Párvulos, Educación General Básica y Bachillerato Unificado y Polivalente, que fueron las enseñanzas que se impartieron en el Colegio, hasta que la LODE irrumpe con el sistema de Educación Infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria, que son los niveles que ahora se imparten, aunque ya están en proceso de revisión y de cambio. Y es que, quien está en el mundo de la enseñanza está como en un continuo proceso de parto, con sus dolores y sus alegrías, y muchas veces sin saber lo que va a salir.

Sobre el Colegio han ido pasando con fuerza las tormentas de la historia, y todas ellas han traído consigo sus convulsiones y sus ajustes: del anterior régimen, al régimen democrático; del gobierno del PSOE, al gobierno del PP; de un colegio de pago, a un colegio subvencionado. Tampoco han faltado las tormentas internas, como la ocasionada cuando se suprimió el BUP, y, por supuesto, los momentos de tranquilidad y calma, que han sido los más. Son muchos los religiosos de la Provincia que han trabajado en el Colegio, en la mayoría de los casos, dejando aquí trozos de los más bonitos de su vida, pues lo han hecho en su juventud. No siempre su labor, dentro del Carmelo, fue bien entendida. Ya el Cronista en la primera página dice: «Hubo que luchar con el Sr Obispo y con N. P. General para conseguir de ellos el permiso necesario». Y es que para dedicarse a la enseñanza se necesita ilusión y estar dispuesto a que más de una vez le llamen a uno chiflado. Pero la empresa ha merecido la pena, y el Colegio sigue adelante. Cuando termina un año escolar se hace la matrícula para el nuevo curso. Cuando unos se van, otros se vienen.

Esta mañana he visto cómo los empleados del Ayuntamiento cortaban y se llevaban el árbol de la entrada del Colegio. Estaba presente cuando se colocó la primera piedra y ha sido testigo mudo de todos los acontecimientos que se han sucedido; hace años que estaba transformado en olmo seco y ni las lluvias de abril ni el sol de mayo habían logrado hacer reverdecer sus ramas. Sospecho que, cuando se entere, algún antiguo profesor ha de dedicarle algunos versos. No ha de faltar quien le diga chiflado. Yo he pedido a los empleados que planten otro. No sé si lo harán. Por la tarde, asistí al acto de despedida del grupo de alumnos, que este año terminan en el Colegio; otro curso que ha ido rodando las mismas aguas. Tampoco sé lo que el día de mañana ha de ser de cada uno de ellos. Es otra vez la historia, ¡la misma siempre! que pasa y no puede echar el ancla...

FOTODirección postal

Parroquia San Lorenzo

Santa Teresa de Jesús, 2
24007-LeónTfno.: (34) 987 22 92 28

Página web: www.sanlorenzoleon.com

Colegio San Juan de la Cruz

Daoíz y Velarde, 52 * Apartado 258
24080-León

Tfno.: (34) 987 25 94 51
Fax: (34) 987 21 51 07

Página web: www.colegiojuancruz.org

 

eMail sanlorenzo@ocdburgos.org

Conventuales


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  2. P. Ismael del Olmo

  3. P. Máximo Treceño

  4. P. Emilio Castro

  5. P. Ricardo González

  6. P. David Mª Alarcón

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